viernes, 16 de marzo de 2007

Cuando la poesía nos une

Taty Hernández Durán


Con la idea de que la poesía es la más pura de las artes y en búsqueda de que este género de creación sirva de elemento unificador entre sus adeptos, se celebró el fin de semana comprendido entre el 25 y el 27 de agosto pasados la gran fiesta de la poesía dominicana: El IV Festival de Poesía en la Montaña Jarabacoa 2006.

Los organizadores del evento, que viene realizándose desde el año 2001 en este municipio montañés, originalmente invitábamos a unos cuantos amigos y amigas para que viniesen a compartir sus propuestas poéticas entre los pinares de la isla.

La voz dispersó la información de que cada año la montaña servía de espacio para los versos y la multitud quiso sumarse al grado de que para esta reciente versión asistieron alrededor de 100 poetas quienes por dos días compartieron en un ambiente de camaradería y amistad. A estos se sumaron los habitantes del municipio y cerca de 200 visitantes ocasionales que quisieron disfrutar y conocer al que se le considera el evento poético más relevante del país.

Las acciones superaron los objetivos trazados que se cumplieron enmarcados en un espíritu humano y sirvieron de punto de enlace para futuras relaciones de solidaridad tomando como base fundamental un programa en donde la poesía era el eje que guiaba los diversos encuentros distribuidos en recitales, conversatorios y por sobre todo en la recreación de las diversas temáticas, tratadas por los creadores, que versan desde la naturaleza, la cotidianidad y lo urbano hasta el pensamiento filosófico y el amor.

Este programa integró la creación de un vaso comunicante convertido en cadáver exquisito, la música y el cine con la realización de un encuentro de jóvenes y adultos escritores, un conversatorio sobre los retos del joven escritor con el Secretario de Estado de Cultura Lic. José Rafael Lantigua y un tours ecológico denominado "Los poetas versifican la montaña". El plato principal del evento fueron, entre otros, el performance “Salvation Army” de Rey Andújar, el recital de los novísimos de la poesía dominicana Homero Pumarol, Frank Báez y Gregorio Espinal y un Recital de Alta Poesía Dominicana en la Montaña, donde se escucharon textos de José Mármol, Ángela Hernández, Pedro Antonio Valdez, José Rafael Lantigua, Marivell Contreras, Fernando Cabrera, Noé Zayas, Mateo Morrison, Alexis Gómez Rosa, Basilio Belliard, León Félix Batista, Manuel Llibre Otero, Rannel Báez, Tomás Castro.

El IV Festival de Poesía en la Montaña Jarabacoa 2006 nos ha dejado un reto a partir de su realización. Un reto que nos lleva a pensar en su institucionalización, en su posible internacionalización y en acoger las diversas sugerencias de los asistentes a esta cuarta versión quienes desean continuar escuchándose sobre este fondo de verdes prominencias que es Jarabacoa, hacer mini talleres dentro del festival, propiciar un concurso que motive a los escritores de la montaña y a los asistentes al evento, editar una antología cuyo único criterio sea haber leído poemas en los espacios de voces poéticas, dejar más libertad a los poetas jóvenes y de ayer que abrazan los principios éticos y morales para que expongan su trabajo con naturalidad y sumar otras expresiones de las artes como la música y la plástica a esta gran fiesta de la creación.

Poemas de la Montaña
Piedra

Sentir la roca de tus manos
sedientas de vida.
Apartar el río que se desliza
en mí, torrente frío.
Esconder la puerta,
cubrirme de niebla

Te ablandas…

No! Imposible!

No eres más que piedra:
te desintegras,
te vuelves polvo

Intentas; logras vivir otra vez
pero es inútil.

Para mí, no importa cuantas formas tomes;
no eres más que piedra hecha polvo
que se une y desintegra
una y otra vez

(Tanya Badía, Jarabacoa)




Cuando no existan las ruinas

Cuando no existan las ruinas
no seremos cenizas,
tampoco archipiélagos.
No habrá caballitos de mar
aleteando en la arena.
Quedarán los deseos perennes
de sentarnos frente al Mar de Galilea.Nuestro espíritu buscará ansioso los laberintos
por donde Safo delineaba sus versos.Cuando no existan las ruinas
volveremos a ser piedras.
Trasladaremos las palabras
más allá del minutero. Volveremos a ser
ninfas, dioses o sirenas,
y se nos atragantarán las emociones
que nunca expandimos en el rugir del viento.Buscaremos exóticos objetos
que nos traigan los recuerdos de haber sido entes de constelaciones ya idas.Cuando no existan las ruinas
desaparecerán los corredores.
Ya nunca más veremos
el solsticio de invierno. La primavera será difusa y, posiblemente, en otros espacios otros
colores poseerán el arco iris.No habrá más gráficos para dibujar
los besos que enlazaron perfiles isotópicos
en nuestras pieles.Cuando no existan las ruinas
habremos abandonado los siglos.
Nuestros pasos transitarán
por la Atlántida o más allá de la guarida
que forjaron aquellos sueños.Habremos sido duendes o danzarines,
quizás hadas que no forjaron cuentos.
Cuando no existan las ruinas
sobornaremos la aurora.
En un manantial resurgirá el río escondido
y antes de desaparecer en la arena
un nido de rocas habrá refugiado su ruido.
Mas que nada seremos nosotros mismos,
los que nunca dejaremos de ser huellas.(Taty Hernández Durán)


Soy

Soy una mujer hambrienta de pieles que cubran mi rostro
Una más en este universo cargado de estrellas

Soy el alba que espera culpable la condena del tiempo
El río que huye de la lluvia
La libertad que se esconde debajo de cada grano de arena.

Soy inverno que se arropa de hojas
Para simular las lágrimas congeladas en el alma
Y los ojos de alguien que escapa de mí.

Soy el néctar de huesos calcinados
De hogueras que resplandecen en la noche
De cuerpos carcomidos por alucinaciones
De rostros que no tienen nombres.

Soy la tierra que abona el silencio
La miel que se diluye en los labios de la noche
La que se embriaga de amores sin estrellas.

Soy una calle sin destino
La lluvia infernal que se revuelca con la luz de unos ojos perdidos
La bestia que aúlla en tus pies
El fuego que congela tus besos.

Así soy una mujer hambrienta de pieles que cubran mi rostro.

(Yilenia Cepeda)

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